El colonialismo mental

El colonialismo mental es un término que refiere a una noción cultural de inferioridad considerada a veces entre poblaciones subyugadas y colonizadas previamente por entidades extranjeras.

En el partido Tenerife-Barcelona del pasado domingo, se pudo ver claramente esta situación. A la llegada del Barça miles de aficionados acudieron a recibirles al aeropuerto, en su mayoría con una actitud pueblerina y de inferioridad, los aficionados al fútbol apoyan antes a un equipo de fuera antes que al de su tierra. Pero el mayor bochorno se vio durante el partido con gente que ovacionaba al contrario o que aplaudía sus goles. Hubo un momento en el partido que me dio vergüenza de estar allí.

Pero lo más triste viene con la mofa de hecho en los periódicos del estado español, donde se señala que el Barcelona no extrañó el Camp Nou o se sintió como en casa. Lo que se pudo ver este domingo en el Heliodoro no se ve en ningún otro campo de primera división, una afición entregada al contrario por encima de su equipo.

Esto al fin y al cabo se podría pensar que es sólo fútbol, pero la realidad es otra, la realidad es que este es el verdadero reflejo de la sociedad canaria, un reflejo de una sociedad acomplejada, y mangoneada por una serie de gobernantes que se dicen nacionalistas canarios y que no hacen más que fomentar el pleito insular y la dependencia tanto económica como cultural de la metrópoli española.

A día de hoy, nos sentimos inferiores a cualquiera y los canarios que se van de su tierra para triunfar son tratados como héroes nacionales. Es lamentable que esto ocurra, porque en Canarias existe potencial en todas las facetas pero o no se sabe explotar o simplemente no se quiere explotar. En su día se abandonó la agricultura y la ganadería para sobrevivir a base de subvenciones, a la hora de elegir, a igualdad de condiciones preferimos lo de fuera porque tenemos esa mentalidad de pensar que cualquier cosa de fuera siempre será mejor, al no valorar en su justa medida lo que tenemos aquí.

Nuestros gobernantes durante años han trabajado con gran éxito la mentalidad de nuestro pueblo, hasta convertirlo en un pueblo dormido y conformista. Vivimos una etapa en la que la corrupción política es el pan de cada día, donde la juventud se manifiesta contra la prohibición del botellón, pero ve como cada día es más difícil entrar en el mercado laboral con total pasividad. En una etapa en la que gente va a un juzgado para agredir a los periodistas por destapar fraudes de un alcalde corrupto.

A veces, uno piensa si vale la pena luchar por intentar cambiar esta sociedad, porque ayer se aplaudió un gol de Messi. Quizás mañana aplaudamos que nos pongan un puerto militar en el sur de la isla.